Thursday, July 27, 2017

Alemania como ejemplo (?)


Una de las características de muchos movimientos encabezados por élites urbanas que intentan imponer sus conclusiones prejuiciosas y acientíficas a la inmensa mayoría de la población, que usualmente no las apoya, es la referencia a “mirá lo que hace Alemania”. Siendo que el país más poderoso del mundo, en armas y economía, está liderado por un soberano idiota, y que Berlín es el lugar cool al que hay que ir en Europa, es entendible que se busque tal ideal en tierras teutonas. Pero, como muchas cosas propuestas desde esos minúsculos pero ruidosos grupos de élites urbanas, el análisis deja mucho que desear y se basa mucho en noticias de diarios (cuando no sólo en los títulos). 
Alemania es un ejemplo en algunas cosas, pero, es un modelo a seguir para un país como el nuestro? Cuando estos grupos hablan de Alemania como ejemplo, de qué están hablando realmente? Veamos algunas características de Alemania, que son parte del paquete total de ese país.

Si bien el artículo 5 de la Constitución alemana garantiza la libertad de expresión, materiales que son catalogados como anticonstitucionales no pueden ser publicados, o sea censurados en forma previa. Aunque el común de la gente tiende a pensar que eso sólo se aplica a material nazi y negatorio del Holocausto, eso es incorrecto. Es el Estado el que decide a que se aplica y, sólo como ejemplo transpolándolo a nuestro país como se pretende en otras cuestiones, siendo que la Constitución Argentina dice en su artículo 22 que “[e]l pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete el delito de sedición”, si siguiéramos el ejemplo alemán, cualquier grupo que sin ser elegido peticione a nombre del pueblo podría encontrarse con que sus publicaciones serían prohibidas de antemano, pero por suerte no estamos en Alemania.

El pueblo alemán eligió, allá por 1933, a un Canciller (un primer ministro) que transformó Alemania en una puntillosa y eficiente máquina de hacer la guerra y matar gente porque sí. Ese trastornado hombrecito no lo hizo sólo; contó con la colaboración activa de una gran parte de la población. Sin embargo, al final de la Segunda Guerra Mundial, se decidió que sólo los jerarcas de esa locura colectiva sean juzgados y el resto de quienes habían asesinado, torturado y apoyado siguieron con sus vidas. Tanto fue así que, casualmente, el anterior líder de la Iglesia Católica global, el Papa Benedicto XVI, era alemán y ex miembro de las Juventudes Nazis (aclaremos que su activa participación en el ocultamiento de curas pedófilos no tiene nada que ver con su nacionalidad sino con la institución que dirigía) . En Argentina, decidimos que hay ciertos tipo de delitos para los que la jerarquía y las órdenes no son una excusa, y juzgamos y estamos juzgando a todos los que participaron de delitos de lesa humanidad. Por suerte no estamos en Alemania.

En Alemania las manifestaciones públicas están, teóricamente permitidas, pero necesitan ser comunicadas con antelación a las autoridades y éstas pueden prohibirlas si pertuban la seguridad pública o el orden. Si en Alemania un minúsculo grupo decidiera autoproclamarse representantes de alguien y estuviera demostrando su espíritu democrático manifestándose hasta las cinco de la mañana para, explícitamente, molestar a quienes han sido invitados por las autoridades electas de una provincia (y a todo el resto de quienes intentaban dormir a varias cuadras a la redonda), en Alemania la policía hubiera aplicado el mismo método que aplicó en Frankfurt durante la última reunión del G20, palos y prisión, pero por suerte no estamos en Alemania.

Pero es cuando uno entra en temas específicos que se ve patentemente el prejuicio y la acientificidad de ciertas posturas. En cuanto a energía nuclear se refiere, la postura de Alemania está lejos de ser “limpia”.

No se puede no empezar por decir que en territorio alemán, en las bases aéreas de Büchel and Ramstein, se encuentran 60 bombas nucleares norteamericanas (sí, bombas nucleares) tipo B61 con capacidades máximas de 340 kilotones, o sea, cada una con un poder máximo de 22 veces el poder explosivo de la bomba que explotó sobre Hiroshima. Argentina, teniendo la capacidad científica para producir sus propias bombas nucleares, no lo ha hecho ni ha aceptado extranjeras. Por suerte no estamos en Alemania.

Con respecto al uso pacífico de la energía nuclear, siendo el país en donde casi todos los estudios teóricos y prácticos dieron lugar a la existencia de la energía nuclear producida por el hombre (energía nuclear en la naturaleza abunda, en caso de duda, miren para arriba y vean un super reactor de fusión nuclear que nos da calor, luz y radiación desde hace miles de años), no es soprendente que, siguiendo con esto que no a todos los nazis los juzgaron, haya tenido un gran desarrollo nuclear. Durante su época de desarrollo, Alemania triplicó su ingreso per cápita, ajustado por población a precios de 1990, entre el año 1960 y el año 2000, el país teutón llegó a producir más del 30% del total en energía nuclear, sin contar la energía que importaba de Francia, donde la producción nuclear llegó a alcanzar casi el 80%. Ahora, siendo un país hiperdesarrollado, y luego del “accidente nuclear” de Fukushima (que produjo 0 fatalidades, siendo que los casi 20.000 muertos fueron producidos por una tsunami y habrían muerto aún si la energía de la zona se produjera con las bicicletas de los gimnasios), decidió, por seguridad, desmantelar sus plantas nucleares...en serio? Veamos.

En el año 1986 ocurrió el peor accidente nuclear de la historia, en la ciudad ucraniana de Chernobyl. Usando una tecnología que ahora está prohibida y por acciones no autorizadas de un grupo de operarios, se produjo el accidente del que todos hablan y que produjo, hasta ahora 52 muertos directos. Chernobyl está a 850 kilómetros de la frontera alemana pero, más allá de las usuales protestas, parte de las cuales fueron reprimidas, Alemania no cambió en ese momento su política nuclear. Luego, cuando una tsunami crea una situación en una planta que está 9.250 kms y que produce cero muertos, de golpe Alemania teme por su seguridad nuclear (debe ser por la cantidad de tsunamis que hay en el centro de Europa). Cuando la gente repite eso soprende por la ingenuidad (o la intención de ocultar la verdad). La decisión Alemana tiene poco que ver con cuestiones ambientales, ya que el costo financiero y ambiental de cambiar de energía nuclear para Alemania es monstruoso . Una noticia, muy usada por quienes se oponen a la energía nuclear (para aquellos que replican noticias que creen que significan una cosa, es recomendable leer todo el contenido del artículo, no sólo el título), da cuenta que “[e]l país europeo tiene un plan para convertir todas estas fuentes de energía en proceso de desmantelación en fuentes de energía renovable como la eólica, solar o biomasa, además de otras contaminantes como el carbón. El presupuesto previsto para este cambio energético está estimado en un trillón de euros en total, aproximadamente unos 20 billones anuales necesarios para rellenar este hueco energético.

Por si esto fuera poco, el incremento del uso del carbón está produciendo un aumento no solo del dióxido de carbono sino de la radioactividad, ya que la ceniza de este elemento es aún más radioactiva que los residuos de una central nuclear, según informa la revista Scientific American. El carbón contiene uranio y torio que, al convertirse en ceniza, multiplican sus niveles por diez. Debido al cierre de plantas, el carbón ha aumentado su uso un 44% en Alemania, produciendo 28 millones de toneladas de CO2 por todo el país cada año desde que se aprobara el plan”.

By Bundesarchiv, Bild 183-R97782
Entonces, la verdad parece estar en que el “abandono” de la energía nuclear por parte de Alemania (en realidad no es tal porque se basa en poder seguir importando energía de países con gran parte de su producción nuclear) se debe a cuestiones puramente económicas con un total desprecio por el medio ambiente. Siemens, la principal fabricante de plantas nucleares de Alemania (sí, la misma de las coimas por el DNI argentino y el uso de trabajo forzado en Auschwitz), descubrió que ya no es más competitiva en el mercado global de la energía nuclear (las empresas chinas las hacen mejores y más baratas) y, usando vaya a saber qué métodos, convenció al gobierno alemán que use trillones de euros del Estado en reconvertir la matriz energética alemana a eólica, energía en la cual ahora, casualmente, Siemens se especializa. Al gobierno alemán, dejando de lado cualquier potencial “ayuda” por parte de Siemens, el cambio le viene muy bien. Siendo uno de los principales tenedores de todo tipo de fondos del mundo y con presiones crecientes por inmigración, para evitar el surgimiento de extremismos como en el pasado, la reconversión le permite un gran programa tipo keynesiano de inyección de sumas enormes en su economía y garantizar un crecimiento económico sostenido, en Alemania, aún con un gran costo ecológico, que no tendría con la opción nuclear. Pero por suerte no somos Alemania.
A no confundirse, Alemania es un gran país y Berlin sigue siendo el lugar cool para ir en Europa y Barbie Deinhoff's es el bar para tomarse algo en estos días (porque es recool y porque su dueño es dragqueen, lo que le enviaría un mensaje a los amigos del otro lado del Atlántico que han decido no respetar los derechos civiles de la comunidad LGBT), pero tiene una realidad cultural e histórica, por suerte en algunos aspectos, muy distinta a la nuestra y, en lo que a energía nuclear se refiere, menos mal que no somos Alemania.